Evangelización


“Abrasa nuestros corazones sumérgelos en tu Sangre a fin de que se sientan arrebatados en ansias de tu gloria y de la salvación de las almas” (Santa Catalina de Siena)

“Iba recorriendo ciudades y aldeas, predicando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios” (Lc 8, 1-2). En la catequesis, como continuación del primer anuncio del evangelio, nos esforzamos en transmitir en los niños, jóvenes y adultos, más que una enseñanza, el aprendizaje de la vida cristiana en su dimensión integral, que propicia un auténtico seguimiento de Cristo centrado en su persona como modelo a seguir.

 

“También nosotros debemos dar la vida por los hermanos” (1 Jn. 3,16). Cuando nos acercamos con ternura a los que necesitan atención, llevamos la esperanza y la sonrisa de Dios en medio de las contradicciones del mundo. Cuando la entrega generosa hacia los demás se vuelve el estilo de nuestras acciones, damos espacio al corazón de Cristo y el nuestro se inflama, ofreciendo así nuestra aportación a la llegada del Reino de Dios.

“El futuro depende, en gran parte, de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un fututo de paz” (San Juan Pablo II). En la pastoral familiar tratamos de ayudar, promover y poner toda una serie de medios al servicio de la familia, de tal manera que la vida que Dios ha puesto en ella surja de verdad, se haga realidad en la misma y se desarrolle plenamente. Se trata de ayudar a que los hogares tengan luz, la luz que Dios ha depositado en ellos, y que dicha luz alumbre a todos los de la casa. Fieles a nuestro carisma fundacional, intentamos estar a la escucha de Dios en todos los acontecimientos y circunstancias, sean de gozo, esperanza, de angustias o tristezas, buscando dar respuesta generosa, anunciando, ante todo la misericordia de Dios, para que en nuestra sociedad, la familia base de nuestra subsistencia y progreso, sean respetados y protegidos con sus valores y derechos.

 

 “El amor será fermento de paz, cuando la gente sienta las necesidades de los demás como propias y comparta con ellos lo que posee, empezando por los valores del Espíritu” (San Juan Pablo II). Cada una de nosotras tiene dones, recursos y talentos que Dios desea utilizar para el servicio de la comunidad. De esta manera las personas podrán ver las buenas obras y glorificar al Padre. En ese sentido muchas deberán renunciar a las comodidades, sacrificar tiempo y energía para ir y servir a la comunidad que nos rodea

Que gozo será para nosotros en el cielo ser la luz de Dios, cómo está inundando tantos caminos oscuros en la vida de los fieles.

Madre Cherubine