Fundadora Madre Cherubine

Las personas que han vivido su bautismo con radicalidad dejan huella; son los verdaderos profetas que silenciosamente anuncian la verdad con fuerza. Ellos merecen ser recordados. Ellos traspasan las fronteras del tiempo y del espacio, hacen que su experiencia de Dios se convierta también en un camino por recorrer por quienes forman parte de las generaciones siguientes. Así es la vida de Ana María Josefa que se consagró a Dios en el servicio al prójimo, recibiendo el nombre de María Cherubine. Ella ya no solo es patrimonio exclusivo de las Hermanas D

ominicas de Santa Catalina de Siena, sino patrimonio de la Iglesia.

Nuestra fundadora nació el 12 de marzo de 1842 en Rickenbach un cantón de Lucerna del país de Suiza, en un hogar muy religioso. Al nacer era una niña muy débil por eso al otro día de nacida fue bautizada en la capilla del pueblo, recibiendo el nombre de Anna María Josefa. Sus padres eran Louis Williman y Elisabeth Steiger. Su frágil salud hizo en el pasar del tiempo que tenga sobradas razones para decir “nosotras solas no podemos nada”, y además que su confianza en el Señor, que escoge al débil para confundir a los fuertes, le dio el conocimiento a ciencia cierta que Dios hace la mayor parte.

En su familia se vivió la alegría propia de un hogar bien constituido. Disfruto de las risas de sus tres hermanas, de la ternura de la menor de ellas que nació cuando Josefa tenía unos 10 años, pero conoció también el trabajo duro que tiene que soportar toda familia que no nace en la abundancia. Pero sobre todo conoció el sufrimiento: la muerte de su hermana menor, la pequeña Annelie a la edad de cuatro años; diez días después la muerte de su padre; cinco años más tarde, la de su madre. Es demasiado para una persona a quien se cataloga de débil. Toda esta debilidad se convirtió en fuerza de Dios, porque la asumió y vivió bajo el manto de la providencia, su noble y acogedor espíritu aprendió como se deben sentir los pobres, enfermos e indefensos.

Josefa después de la muerte de su madre, fue invitada por sus dos hermanas y su superiora a visitar el convento Dominico de Sankt Peter auf dem bach de Schwyz. Allí estaban sus dos hermanas María y Kunigunde quien murió allí joven. En este convento, Josefina adquirió las aptitudes naturales para el ejercicio del amor misericordioso para los necesitados, elevándolos a lo trascendental. Recibió el hábito el 8 de enero de 1865, pero pronto se hizo evidente que la delicada salud de la novicia no estaba a la altura de las exigencias de los largos oficios divinos, ni del constante ayuno, por lo que se despojo del hábito, por deseo de sus superiores. Pero siguió en el convento realizando labores domésticas, esperando que se realizara la admisión a la Orden.

En 1865 llega al convento el padre Krauss, quien provenía de la parroquia de Arenberg, trayéndoles una invitación y una propuesta muy ambiciosa, la cual consistía en que se otorgue el permiso a algunas hermanas para fundar una congregación de la Tercera Orden de la Penitencia de Santo Domingo en Arenberg. Esta oferta del párroco irrumpió como una bomba en la antigua y silenciosa casa en Schwyz, con la noticia de que se requerían hermanas para Arenberg, todas las hermanas gritaron a la vez “cualquier cosa menos ir donde los prusianos”. Por lo que el plan parecía fracasar. Pero ante la insistencia del padre Krauss, la superiora concede el permiso a dos hermanas para que funden una comunidad en Arenberg y luego retornen al convento.

Al poco tiempo, el 16 de junio, se incorpora a esa nueva comunidad Josefina Williman, como postulante. El pequeño convento estaba habitado por seis personas, quienes desde el principio se esforzaron en llevar una verdadera vida conventual. Había trabajo de sobra, ya que el padre Krauss imponía grandes exigencias, no obstante, las hermanas y candidatas emprendieron gozosas el trabajo. El deseo de Josefina de vestir el hábito se cumplió el 02 de julio de 1868 y tomó el nombre de Hna. Ma. Cherubine, y el 17 de agosto de 1869 hizo los votos.

Cuando estalló la guerra de Francia y Alemania el año 1870, el padre Krauss se apuró en preparar la partida de las hermanas de Arenberg. Es así que en agosto de ese año las hermanas Cherubine y Rosa regresaron a Suiza. La partida de Arenberg no le resultó fácil a la madre Cherubine, pero regresó a Schwyz con la creencia de que el padre Krauss lo había dispuesto así. En Arenberg se quedaron cuatro hermanas. Muy pronto se vio que las cuatro no eran capaces de mantener el convento y el 25 de enero del 1871 sólo quedaba una hermana.

El padre se esforzó en conseguir el retorno de las hermanas a Arenberg, pero una de ellas dejó el convento de Schwyz, otro ingreso a un convento belga. La madre Cherubine era la única disponible, ella sólo quería cumplir la voluntad de Dios. Las hermanas en Schwyz sentían simpatía por la empresa en Arenberg, pero pensaban que no debían mandar de vuelta sola a la Madre Cherubine, pero una feliz coincidencia trajo la solución al difícil caso. Y es así que el 03 de febrero de 1871 arribaron a Arenberg. El reencuentro del padre Krauss con la Madre Cherubine fue feliz, él la apreciaba mucho, un lazo de mutua confianza unió a estas dos nobles almas desde ese momento. La fundación de Arenberg estuvo a salvo y la labor de amor a los necesitados podía ser encarada.

La Madre Gundisalva fue nombrada Superiora, y la hermana Cherubine destinada a ser Subpriora. Con el tiempo regresaron dos hermanas que se fueron por motivos de la guerra e ingresaron nuevas postulantes, de esa manera se formó en un corto lapso una considerable comunidad.

En la vida de las hermanas de Arenberg el conflicto político-religioso causó grandes fastidios. Desde 1874 no podían hacer más los votos. El Padre Krauss tomó en su casa en el mayor silencio los votos de tres novicias, pero eso no se podía arriesgar a menudo. Los dominicos alemanes se habían ido al pueblo fronterizo holandés de Venlo y les aconsejaron a las hermanas una fundación similar, con su apoyo se adecuo un castillo antiguo de Winkelsteeg, allí las hermanas debían hacer el noviciado para regresar después a Alemania.

La Madre Gundisalva se trasladó el 27 de febrero de 1879 con las candidatas. En Arenberg la pobreza era grande. En Winkelsteeg, las hermanas se hubiesen muerto de hambre si el padre Segers no se hubiese apiadado de ellas, él venía a diario a celebrar la misa y tenía los bolsillos llenos de panes. Con muchos sacrificios personales veló por las necesidades físicas y espirituales de las pobres religiosas. Como en Winkelsteeg no había ninguna forma de hacer labor caritativa, fueron transferidas el 24 de septiembre de 1881 a Venlo, es así que las hermanas Gundisalva y otras optaron por la segunda orden, ya que tampoco había la posibilidad de realizar obras de caridad.

La madre Cherubine llevaba en ese entonces, una carga pesada como Subpriora, pues estaba a la cabeza del convento en Arenberg, aunque la verdadera priora era la madre Gundisalva, pero ella solo iba de tiempo en tiempo hacia allá, inspeccionaba, ordenaba, llamaba la atención, castigaba y regresaba otra vez a Holanda. Para los grandes planes que se trazaban en Venlo no se contaba con la Madre Cherubine por su débil constitución, ella sabía que era muy débil y le dolía que la priora aspirara a una vida de plenitud superior con las hermanas más jóvenes y omitía completamente a la subpriora. La madre Cherubine aceptó en silencio sin amargura y sin reproches.

La madre Cherubine fue designada Priora de Arenberg por el Obispo Korun, el 19 de mayo de 1885. Cuando la madre Cherubine dirigía el convento como Subpriora, ya desarrollaba algo acorde a su espíritu, el plan inicial de realizar obras de amor a los necesitados fue llevado a cabo. Ella misma inicio la atención ambulante a los enfermos. Con el tiempo gracias a la labor de la madre Cherubine, el convento se había convertido en una casa donde se practicaba el amor a los enfermos y a niños pobres. La separación de Marienthal de Arenberg por el obispo korun fue el motivo para que la hasta entonces Subpriora pasara a ser la verdadera Fundadora de la Congregación de las Dominicas de Arenberg.

No pueden ser consideradas las dos madres de Schwyz, que sólo estuvieron allí pocos años, para después volver a Suiza; tampoco la madre Gundisalva le corresponde este honor, pues ella nunca perteneció legalmente a la Congregación. Ella era miembro de la Congregación de Bonnay hasta que se adoptaran en Marienthal la segunda orden. De las primeras hermanas que recibieron el hábito en Arenberg y que hicieron allí sus votos solamente, fue Cherubine quien fielmente siguió allí. Ella, la última y más humilde, fue destinada a la más alta tarea, de darle a la pequeña comunidad un ordenamiento interno seguro y un desarrollo externo; ella sería la verdadera fundadora de la labor de amor a los necesitados.

La Madre Cherubine es, en una palabra, la incorporación del genuino amor a los necesitados. El 18 de diciembre de 1914 expiró dulcemente en el Señor. Durante muchos años, fue priora en Arenberg. Los logros para la Congregación y la riqueza de méritos en su humilde vida constituyen el florecimiento de la casa matriz.

La culminación de este amor hubiera sido para ella, poder enviar hermanas de Misión a China. Este anhelo alumbraba como una luz radiante los últimos años de su vida. Pero la realización le fue negada. Después de 50 años de su muerte se cumplió su gran deseo, cinco hermanas misioneras llegaron a Bolivia, con la espiritualidad que la madre Cherubine había sembrado por su oración, renuncia y entrega amorosa a la voluntad de Dios daba fruto.

Hermanas bolivianas y alemanas, hijas de su venerada y querida madre Ma. Cherubine, procuran vivir el carisma del “AMOR QUE SANA”, amor que se manifiesta especialmente donde la enfermedad, la debilidad, la miseria espiritual y corporal claman ayuda.

Sus restos terrenales fueron enterrados en la capilla del rosario de nuestro cementerio de Arenberg. Su recuerdo será por siempre bendito en toda la congregación. Que Dios le dé merecida recompensa en el cielo.

Todo en Dios, por Dios y para Dios y su justicia.

Madre Cherubine