Historia

Nuestra congregación fue fundada en el año 1868 por la Madre Cherubine Willimann y afiliada a la Orden de Santo Domingo el 25 de noviembre de 1877. Desde el 12 de noviembre de 1914 es una Congregación de Derecho Pontificio.

Motivadas por el espíritu de servicio, es que 50 años después de la muerte de la fundadora, la entonces Priora General Madre Ma. Aloysiana Geis, aceptando la petición de los padres Dominicos alemanes, envió cinco hermanas como misioneras a Bolivia, con la meta más grande, la entrega a los demás en el servicio espiritual y material.

Nuestra historia en Bolivia

El día 21 de marzo de 1962, construido por nuestro Señor, es un día muy especial porque llega a Comarapa el Rvdo. Padre Gonzalo Dress de la Orden Alemana de los Padres Dominicos, para hacerse cargo de la parroquia, por disposición del obispo de Santa Cruz Mons. Luis Rodríguez Pardo. Él es un personaje especial, porque será el principal impulsor de grandes obras en estas tierras de Comarapa.

Mientras el padre Gonzalo desarrollaba sus actividades religiosas, observaba los múltiples problemas de salud por las que pasaba la población, a ellos se suma que, en el ínterin, le toca vivir un episodio aciago al producirse el accidente de un camión que llevaba carga y pasajeros, precipitándose al barranco, dejando como saldo siete muertos y varios heridos. Posteriormente vive otro episodio grave al volcarse una flota en las curvas del Abra el Quiñe, a 20 minutos de distancia de Comarapa, los fallecidos rescatados en ese entonces fueron traídos para ser apilados en los pasillos de la alcaldía, en paupérrimas condiciones. Por tanto, no había un lugar adecuado donde atender a los heridos; casi de inmediato éste diligente religioso, se dio cuenta de la necesidad de un centro médico de urgencia que ayude a aliviar el estado de salud de la población y que haya personal preparado para que asista en la atención, a la desesperada situación de los accidentados en la carretera asfaltada, porque éste no había de ser el único ni el último de los accidentes. Entonces con el entusiasmo característico de su personalidad surge en él la imperiosa necesidad de la construcción y habilitación de un hospital, en el mismo lugar que había donado al pueblo, los terrenos la Sra. Julia Roca. A la vez de conseguir los fondos necesarios para la obra y luego buscar la cooperación religiosa para la atención de los enfermos.

Iluminado siempre por la gracia divina y su propia intuición, que continuaba abriéndole los caminos, acude ante la reverenda madre Aloisiana Geis, generala de la congregación de las Madres Dominicas de Santa Catalina de Siena en Arenberg, Alemania, para que extiendan su labor evangelizadora y benefactora hasta esta región tan apartada de nuestro país. Por la vocación de servicio de las “hermanitas” alemanas, comprendiendo la magnitud de la obra y su misión evangelizadora, aceptan este nuevo reto y aprueban la solicitud del padre.

Así fue como el 22 de noviembre del año 1963, partieron desde Bélgica, por las aguas del Atlántico. Cinco religiosas Dominicas llenas de fe y confianza en Dios, se embarcan hacia esta parte del mundo lejano y desconocido para ellas, siguiendo el ejemplo de su patrona, Santa Catalina de Siena, aquella mística italiana y de su fundadora la Madre Cherubinne Willimann.  El 27 de febrero de 1964 ante el júbilo y la alegría de toda la población de Comarapa arribaron las cinco primeras madres dominicas alemanes Hna. M. Caridad Lange, Hna. M. Cecilia Kegel, Hna. M. Graciana Gotzhein, Hna. M. Corona Heim, Hna. M. Gundelinde Kunz y la Srta. Edelfriede, acompañadas por el Padre Gonzalo Dress, el alcalde Guido Cardona y el Dr. Rafael Villarroel, quienes fueron hasta el puerto de Arica a recibirlas.

Una vez que se establecieron en Comarapa las Madres Dominicas Alemanas, impulsaron los trabajos de la anhelada obra en el año 1965, para que después de dos años de fructífero trabajo, con sacrificio y fuertes inversiones, el 13 de junio de 1967, el hospital abre sus puertas a los pobladores tomando el nombre de “San Martín de Porres”, en honor al primer santo mulato de américa y su apelativo “Martin de la caridad”. Entonces a la cabeza de su primera administradora la madre M. Caridad Lange y su primer director el Dr. Rafael Villarroel, con el apoyo de todas las Hnas. Dominicas. A partir de aquel año el hospital se convierte en el principal establecimiento de salud de la Provincia Caballero.

Un hecho interesante nos muestra que, al estar concluyendo la obra del hospital, las madres no encontraban todos los elementos del equipamiento necesarios. Entonces hicieron traer desde Alemania todo el equipo sanitario, inclusive las camas y los muebles, además de un stock de medicamentos que se utilizaron para la atención de todos los pacientes y para la ayuda a los más necesitadas.

Transcurre el tiempo y el hospital logra hacerse importante en la atención de salud de los pobladores, poco a poco se siente como se incrementa la demanda. Pero la inquietud de las hermanas no se queda dentro del hospital, sino que continúa con su labor de atención benefactora, realizando visitas domiciliarias hacia lugares que no tienen acceso geográfico hacia el hospital. También es importante mencionar que, en su misión evangelizadora, logran despertar vocaciones de jóvenes señoritas del lugar y de otros ámbitos del país, que preparan su formación como novicias, ellas desde su inicio apoyan en los dos campos importantes de las hermanas, que son la salud y la educación.

Hacia fines de la década de los 70 y entre los años 80 y 90, con el apoyo de las ahora ya nuevas Dominicas Bolivianas, se intensifica la proyección del hospital hacia comunidades, realizando visitas programadas hacia Torrecillas, San Isidro, San Juan de Potrero, Manzanal, encabezadas por la Hna. M. Celina, la Hna. M. Ángela, la Hna. Francisca y la Hna. Rita. Todas desarrollan un trabajo continuo, porque también se ocupan de apoyar las labores dentro del hospital, atendiendo a niños, niñas y mujeres especialmente.

Como otro fruto importante del trabajo comunitario en salud, las Hnas. crean los clubs de madres, donde aparte de enseñar menesteres domésticos a las mujeres para que mejoren su calidad de vida, también se las sensibiliza en su salud y la de sus familias, es decir, ésta forma de trabajar se convierte en la real aplicación de la atención primaria de salud, porque conlleva acciones de promoción y prevención. Como monumento silencioso de esta labor se encuentra el salón “Santo Domingo” que fue exclusivamente construido para dar comodidad en el aprendizaje de las mujeres y para capacitarlas y sensibilizarlas en los problemas de salud que se les presentaban comúnmente. Actualmente el salón cumple varias funciones, pero está dedicado esencialmente a la pastoral.

Es así como poco a poco el carisma de la comunidad se fue extendiendo en territorio boliviano, abriendo otras casas en Saipina, Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra.