Legado de nuestra fundadora

El camino se inicia con la oscuridad y la seguridad de la fe. A ello se suma la madurez de quién ha hecho una opción y que sabe que como es Dios quien inicio la obra, Él mismo la llevará a término. Para que el comienzo sea cierto y conduzca a la meta es necesario proponerse algo determinado y perseverar en ello. Esta era la certeza que tenía en el interior nuestra madre fundadora.

“Hay que proponerse siempre algo determinado, si también es cosa pequeña. Pero esto cumplir inviolablemente y de ninguna manera fallar en eso: entonces se va adelante. Esto yo he hecho también”. (Consejo a una hermana)

 

Con la pericia de un arquitecto y con las palabras llenas de la sabiduría de quien ha aprendido en la experiencia advierte que el sacrificio es el que da solidez a la obra que se emprende. La vocación no acostumbra bañarse en agua de rosas, ni se construye en la apariencia. Es la vida interior nutrida de sacrificio la que garantiza una vida de respuesta al Señor.

“No hay que rehusar ningún sacrificio, como usted ciertamente ya ha experimentado. Hay que olvidarse a sí misma. Las primeras piedras hay que ponerlas profundamente en tierra, y así escondidas tienen que llevar todo el edificio”. (Escribe el 30 de abril de 1901 a propósito de una nueva fundación)

 

La madre Cherubine, trabajaba en su interior para tener un corazón indiviso, buscando siempre que su centro sea Dios. Ante las dificultades, los sufrimientos, la experiencia de soledad, de fracaso en sus propósitos, tiene total conciencia de que el Señor nunca nos abandona. Es claro que el que nos acompaña es el Crucificado, que nos permite compartir su cruz, que es nuestra recompensa, por este camino nos invita a ser felices.

“Las obras que están fundadas en sufrimientos, humillaciones y pruebas, producirán frutos a su tiempo, y si no, son otros como solamente la purificación de nuestra alma, para santificarla y hacerla dispuesta para el cielo. Así, valdría la pena de quedar constante en el campo de batalla”. (Así decía el 6 de septiembre de 1884 a la madre Gundisalva)

“El Señor siempre nos deja sentir una parte de su cruz, y esto tampoco me falta aquí. Sin embargo, estoy contenta y feliz”. (Así decía el 30 de mayo de 1897 a la madre Gundisalva – Marienthal).

 

Para sostener esta gran obra de Dios, es necesario valerse de los medios de Dios, pues para seguir el camino de Dios, es necesario seguir sus huellas. De esto fue consciente la madre Cherubine. A lo largo de su vida, desde su experiencia y con su testimonio indicará esos medios:

“Hay que amar a Dios, obrar cosas buenas, tantas como se pueda, trabajar en la salvación de su propia alma y la del otro, tanto como se pueda. Eso es suficiente para obrar la salvación, llenar la vida y hacerla feliz”.

“Seguramente no vale mucho una vida religiosa larga, si no tiene obras buenas. Pero con ánimo y confianza en Dios, queremos esforzarnos de hacerlo cada día mejor”.

“Quien quiere solamente lo que Dios quiere, tendrá todo lo que quiere”.

 

El tema de la Cruz, no puede estar ausente. Jesús fue suficientemente claro en esto. No nos podemos hacer ilusiones. Ya lo había expresado Santa Catalina de Siena en “La doctrina del Puente”. El Puente que comunica la tierra con el cielo, que conduce a la Verdad: el Hijo de Dios en la Cruz. Y la madre Cherubine, como heredera de esta experiencia espiritual no oculta a sus hijas la verdad de la Cruz, como camino seguro para salvar a los hombres y para ir al cielo.

“El corazón en la Cruz y la Cruz en el corazón; sin esto no se alcanza el cielo”.

“Busquemos y sigamos solamente a Jesús, el Crucificado, en el trabajo, en las fatigas y en los sufrimientos. Así hallaremos seguramente a Jesús glorificado para gozar la eternidad con Él”.

“Por amor a Jesús, todas las hermanas prefieren más, ser menospreciadas y humilladas que veneradas y preferidas. Y cuando tenga ocasión de realizar estos sentimientos, tendrían que alegrarse de tener ocasión de asemejarse a Cristo, dándole así una prueba de su amor”.

“La verdadera esposa de Cristo no conoce ninguna otra satisfacción que el desprecio del mundo y el abrazo de la Cruz de Cristo”.

“Solamente por las alturas del Gólgota se puede ir al Tabor”.

“Si aceptamos de la mano de Dios lo que Él nos manda, y tratamos de sufrir con paciencia y resignación, así cumpliremos la santa Voluntad de Dios, esto es lo mejor que se puede realizar en el cielo y en la tierra”.

“Yo pienso que nosotras las religiosas deberíamos alegrarnos de ofrecer a Dios un sacrificio, en estos tiempos tan difíciles y afligidos, especialmente cuando pensamos cuánta gente se encuentra en miseria y terribles desgracias”.

 

Una hija de la madre Cherubine ha de saber que por ella Cristo hoy sufre, se entrega, y a través de ella quiere seguir siendo amor que se entrega hasta el sacrificio para la salvación de todos.

La oración es realidad central en la vida de una Hermana Dominica. Es hermosa tradición de familia: “Contemplar y dar a otros lo contemplado”. No se puede pretender ser apóstol sin haber compartido con el Señor. El alma conoce a Dios por la oración. Santa Catalina de Siena nos dice: “de ningún otro modo gusta y es iluminada tanto de esa verdad como por la oración humilde y continuada, fundándose en el conocimiento de sí y de Dios”. La madre Cherubine es una convencida del poder de la oración. En un consejo que daba a una aspirante, decía:

“Rece, este es un medio que almas fatigadas siempre tendrán al alcance: es la llave del corazón de Jesús, es nuestro consuelo y nuestro refugio en horas oscuras. Por eso no tienes que privarte nunca de esta preciosa prenda”.

“Quedemos unidas firmemente en la oración y en el amor fraternal, a fin de que el enemigo de todo lo bueno no pueda romper la cadena”.

 

El camino de la vida religiosa tiene sus trampas. Los puestos, los títulos, pueden adquirir un tinte “pagano”. El hombre tiene la habilidad de convertir los puestos de servicio en medios de dominio y opresión, en ascenso para estar por encima de los demás. Jesús nos indicó algo distinto. La Humildad es como los valles que estando bajos con respecto a las montañas poseen el terreno más fecundo en el que se dan las mejores cosechas. Por eso, la madre Cherubine insiste en ella, como condición para poder ejercer debidamente el servicio que se le encomienda a alguien.

“A cada aumento en dignidad el hombre tiene que corresponder con un paso más en la humildad”.

 

Cuando se ha elegido el camino (aunque en realidad es el camino quien nos ha elegido) se sabe que, aunque hay que dar paso por paso, ninguno de ellos nos debe detener. Es una meta la que nos atrae, se requiere entonces, caminar y caminar buscándolo sólo a Él.

“Todo en Dios, por Dios y para Dios y su justicia”

“Es necio hacer algo solamente para agradar a los hombres. A la Eternidad se lleva sólo lo que se ha hecho para Dios”.

“Todo nos guía a Dios, si lo estamos buscando solamente a Él”.

 

Pero, buscarlo sólo a Él, servir a Dios, no es realidad desencarnada. El amor se da en concreto, y esto lo entendió y lo vivió muy bien la madre Cherubine. Un ejemplo lo vemos en el episodio ocurrido con aquel hombre pobre que se encontraba postrado con tuberculosis y la actitud asumida por la madre Cherubine en favor de los hijos que quedaban huérfanos. Adquirió gran habilidad para el trato con los enfermos; los huérfanos siempre fueron bien atendidos por ella y las hermanas.

“Ame usted de corazón a las almas que le están confiadas; con amor se consigue todo, y amando a ellas usted fácilmente les puede enseñar, pues el camino a la cabeza va por el corazón”.

“A nosotras -unidas por la santa concordia- grandes distancias no podrán separarnos”.

“El amor y la gratitud sobrenaturales, que una Comunidad está manifestando a sus superiores, es la masilla que une la cabeza y los miembros”.

“En lo necesario, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, el amor”.

 

Ir al cielo es su meta clara. Pero esto no es asunto humano; es obra de Dios en la persona que se deja guiar y transformar por Él. Por eso nace la oración confiada:

“Sé Tú sólo mi Luz y mi Guía, mi Vida, mi Verdad, mi Consuelo, mi auxilio y mi Señor, mi Único y mi Todo. Mi Dios fuerte en alegría y pena, en el tiempo y también en Eternidad”. (De los apuntes de la madre Cherubine)

 

Somos peregrinos en esta tierra; nuestra patria es el Cielo. Pero esa patria no desvincula al cristiano de las tareas temporales, todo lo contrario, es fe en la Patria celestial “es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas, según la vocación personal de cada uno”.

“Siempre con ánimo, dispuesta para el sacrificio y el desprendimiento. Jugando y alegres como las olas del Rin que irresistibles están corriendo al mar, para perderse y anonadarse en él; así nuestra vida tiene que pasar por esta vida de penurias, sumergiéndose y perdiéndose en el Océano divino, para hallarse nuevamente para siempre en el más allá”.

“Nuestra meta es el Cielo, lo que sucede aquí todo es solamente un camino para entrar al cielo”

Un corazón que perteneció por entero a Dios, que se sintió amado fuertemente por Dios, ama sólo a Dios. Su obra continúa, su espíritu anima hoy la tarea y quiere que el único corazón de la Comunidad y de cada hermana pertenezca al único Dios.

“El único corazón al único Dios”.

“Un corazón que perteneció por entero a Dios, que se sintió amado fuertemente por Dios, que amo solo a Dios”

Madre Cherubine