Liturgia de las horas
“La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza”. (Sacrosanctum Concilium 10).
Como comunidad, rezamos las horas litúrgicas del libro oficial de la Iglesia, es decir del Oficio Divino y del propio de los Santos de la Orden de Santo Domingo. Ciertamente no es una oración cualquiera, es más bien, una plegaria litúrgica oficial, que vincula en la misma plegaria a todos los fieles de todos los lugares, por lo que se realiza aquello de que, aunque sea una multitud dispersa a través del mundo, “tienen un solo corazón y una sola alma” (Hech 4, 32). Busca tener también una sola voz, uniéndose en las mismas palabras. Mediante nuestra oración en común nuestra oración personal recibe sustancia, riqueza y grandeza.
«Cuando los fieles son convocados y se reúnen para la Liturgia de las Horas, uniendo sus corazones y sus voces, visibilizan a la Iglesia que celebra el misterio de Cristo»
Laudes
"Al despertar me saciaré de tu semblante” Salmo 16
Los Laudes están orientados a la santificación de la mañana, consagrando el día que empieza a Cristo, hacen contemplar a Dios como luz y fuente de toda luz: «Dios es luz y no hay en él tiniebla alguna» (1Jn 1,5):
Plegaria matutina nos ayudaba a expresar la resurrección del Señor, fundamento de la vida nueva que estamos llamados a vivir a lo largo de toda la jornada.
Vísperas
“Suba mi oración como ofrenda de la tarde” Salmo 141,2
Las Vísperas se celebran a la tarde, cuando ya declina el día, «en acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado en la jornada y por cuanto hemos logrado realizar con acierto»
Hacen memoria de la Redención: el sacrificio de Cristo en la cruz donde Él alzó las manos por la salvación del mundo, como fue anunciado por Jesús a sus discípulos la tarde anterior, cuando instituyó la Eucaristía como memorial de su sacrificio.
Completas
“Protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz”
Al finalizar el día, en la última oración de la tarde, toda la comunidad se reúne. Es el momento de llevar a Dios toda la creación, toda la humanidad, toda la Iglesia que se recoge y reposa en las manos del Padre. Momento también de ponernos a los pies de la Madre de Dios e invocar su protección.
Corazón de Jesús, hazme hallar salvación para mi pobre ceguera; ábreme tu costado Jesús, déjame entrar.