Rosario Viviente
Ante esta situación, el pueblo fiel encontró su refugio espiritual en las devociones. Una de las principales fue el rezo del Rosario. La joven seglar Paulina Jaricot (1799-1862), tomando como referencia el Rosario Perpetuo ‒que apenas se rezaba ya por estar desfasado‒ ideó el Rosario Viviente, pensando sobre todo en las clase obrera. Consistía en crear grupos de 15 personas en los que cada una se comprometiese a rezar, al día, un misterio del Rosario. Así, cada grupo rezaba un Rosario completo al día. Otro objetivo del Rosario Viviente era apoyar espiritual y económicamente a las misiones, siendo el precursor de las Obras Misionales Pontificias. Este rezo se extendió muy rápidamente por Europa, y los dominicos se implicaron mucho en su difusión.
No es extraño que en dos apariciones de la Virgen el Rosario sea un elemento central: en Lourdes (1858) la Virgen pide expresamente que se rece el Rosario y en Fátima (1917) la propia Virgen se llama a sí misma «Nuestra Señora del Rosario». El Papa León XIII (1810-1903), viendo la importancia que tiene esta oración, le va a dedicar once Encíclicas. En la primera (1883) declara octubre como mes del Rosario.
Llegado el siglo XX, en 1908, los dominicos de la Provincia de Toulouse crean la peregrinación anual del Rosario a Lourdes en octubre. Es, actualmente, la peregrinación anual más multitudinaria a este santuario.
Como consecuencia del estallido de la Segunda Guerra Mundial, nace en Bélgica la Cruzada del Rosario. Promovida generalmente por dominicos, ha empleado diferentes plataformas de evangelización: misiones populares, fraternidades, revistas, programas de radio y televisión…
En 1948 el P. Patrick Peyton (1909-1992) fundó en Estados Unidos el Apostolado del Rosario en Familia, y se difundió por el mundo. Su lema era: «La familia que reza unida, permanece unida». Se apoyaba en programas de radio de gran difusión y en una serie de películas: Los Misterios del Rosario, que los promotores proyectaban para dar a conocer el Rosario en Familia.