Social


“No hay lengua que pueda describir la alegría del que aprende a sufrir por Cristo y aprende a hacerlo sin perder al ánimo y aún dando gracias a Dios por la dificultad, por la prueba, por la cruz que nos une a Cristo” (Santa Catalina de Siena)

“Felices los pobres porque de ustedes es el Reino de Dios” (Lc. 6,20). En el sermón de las bienaventuranzas Jesús privilegio a los pobres sumergidos en el sufrimiento. Como seguidoras de Jesús y a imitación de su ejemplo, estamos presentes donde la vida aparece más amenazada, deteriorada y malograda. Es a partir de su acción liberadora y sanadora, y con el corazón lleno de su amor por el que continuamos anunciando la Buena Nueva de Dios, haciendo visible y palpable la misericordia de Dios.


“Ustedes son sal y luz de la tierra” (cf. Mt. 5, 13-14). Como Dominicas fieles a nuestra misión, estamos llamadas a ser sal y luz para el mundo, fermento de una sociedad mas justa y equitativa. Por eso, la pastoral social no es un apéndice de nuestro que hacer eclesial, sino que ha de ser una dimensión esencial de toda nuestra labor de evangelización. Es la expresión de nuestra fe en signos visibles de solidaridad y de compromiso con el Reino. La caridad comprueba la autenticidad de nuestra fe en Cristo.


“Tengan los mismos sentimientos en Cristo Jesús” (Flp. 2,6). En nuestro trabajo misionero iniciado por nuestras hermanas, debemos recibir a los necesitados, a quienes hemos sido enviadas para ayudarles, enseñarles, alimentarles y abrirles las puertas del Amor misericordioso de Dios, que quiere salvar a todos


“No me deseches en el tiempo de la vejez; no me desampares cuando mi fuerza se acabe” (Salmo 71, 9). Como Dominicas hemos sido llamadas a hacer de nuestra vida una gozosa donación de amor, en el servicio a los necesitados, al estilo de Cristo que nos amó hasta el extremo. En el cuidado de los ancianos las hermanas ponemos de manifiesto, con nuestra abnegada ayuda, el amor redentor del Señor. Los ancianos deben experimentar si cesar por medio de nosotras, que su vida desde el punto de vista de Dios, tiene gran sentido.

“Un corazón que perteneció por entero a Dios, que se sintió amado fuertemente por Dios, que amo solo a Dios”

Madre Cherubine