¿Qué es la Vida Consagrada y en qué consiste?

Como sabemos, los católicos estamos, por medio del bautismo, llamados al seguimiento de Jesús. A través de éste, somos hijos de Dios, por lo tanto, la imitación de su vida será nuestra tarea primordial.

Sin embargo, hay personas que tienen un «llamado» especial por Dios. A los cuales le invita a un seguimiento más cercano, cuya vida es una entrega total, deseada por Dios, y aceptada libremente por amor. Puesta al servicio del Reino, bajo la acción del Espíritu Santo. Este estado de vida, es lo que conocemos como Vida Consagrada.

San Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica «Vita Consecrata» nos dice: «La vida consagrada, enraizada profundamente en los ejemplos y enseñanzas de Cristo el Señor, es un don de Dios padre a su Iglesia por medio del Espíritu».

Se caracteriza esta vida consagrada por vivir los llamados «consejos evangélicos» predicados por Cristo en el Evangelio: «La profesión de estos consejos en un estado de vida estable reconocido por la Iglesia es lo que caracteriza la «vida consagrada» a Dios» (CIC915).

Estos son: pobreza, castidad y obediencia. Curiosamente, todos los católicos estamos llamados a vivir estos tres consejos.

Pero quien recibe esta «invitación especial» lo hace como una manera de vivir con más intimidad a Dios: «…mediante la profesión de los consejos evangélicos la persona consagrada no solo hace de Cristo el centro de la propia vida, sino que se preocupa de reproducir en sí mismo, en cuanto es posible, «aquella forma de vida que escogió el Hijo de Dios al venir al mundo». (San Juan Pablo II).

La vivencia de estos tres votos, expresa la consagración total a Dios y son un medio para servir con total disponibilidad:

  1. La pobreza: entendida como el desprendimiento de los bienes materiales para tener un corazón más libre y abierto que aspire a los bienes espirituales. «Imitando su pobreza, lo confiesa como Hijo que todo lo recibe del Padre y todo lo devuelve en el amor» (Cf Jn 17, 7-10)
  2. La obediencia: somete nuestra voluntad a la voluntad de Dios, bajo el cumplimiento de sus superiores. «Adhiriéndose, con el sacrificio de la propia libertad, al misterio de la obediencia filial, lo confiesa infinitamente amado y amante, como Aquel que se complace sólo en la voluntad del Padre, al que está perfectamente unido y del que depende en todo». (Cf Jn 4,34)
  3. La castidad: hace que nuestra persona esté abierta a un amor más grande, testimoniando de esta forma la prioridad del espíritu sobre la carne. Vivir la gratuidad del amor, abierto a servir a todos. «Abrazando la virginidad, hace suyo el amor virginal de Cristo y lo confiesa al mundo como Hijo Unigénito, uno con el Padre». (Cf Juan 10,30; 14,11)

Formas de Vida Consagrada

Existen diversas formas de vivir la consagración a Dios, desde personas que se dedican a la oración y contemplación apartadas del mundo, a otras que lo hacen inmersas en Él, viviendo en sus distintas actividades diarias.

  1. Vida eremítica

Ellos son los que conocemos como eremitas o ermitaños. Son personas igualmente consagradas por medio de los tres consejos evangélicos.

Viven apartados del mundo y se dedican a la oración, el silencio, la penitencia, toda su vida es para alabanza a Dios y salvación del mundo, intercediendo en favor de los hombres.

Ellos pueden elegir el lugar donde vivir y dependen del obispo por el cual les reconoce un lugar fijo de residencia. Sus vidas son de un valor extraordinario para la Iglesia.

  1. Vírgenes consagradas

Son personas consagradas a Dios, que viven en estado de virginidad o de castidad perpetua.

Al obispo diocesano le corresponde celebrar el rito litúrgico, celebrando los desposorios místicos con Jesucristo y su vida es entrega al servicio de la Iglesia.

Su vida transcurre en medio del mundo dando un testimonio del amor de Dios, dedicándose a la oración, la penitencia, el servicio a los demás y el trabajo apostólico designado según sus carismas.

  1. Vida religiosa

La vida religiosa se distingue de otras de vida consagrada: «por el aspecto cultual, la profesión pública de los consejos evangélicos, la vida fraterna llevada en común, y por el testimonio dado de la unión de Cristo y de la Iglesia» (CIC 925).

Es un seguimiento más cercano a Cristo, comprometiéndose a vivir en pobreza, castidad y obediencia, los tres consejos evangélicos.

Junto a estos tres votos, algunos institutos añaden otros de acuerdo a su carisma.

Sus actividades son guiadas por unas constituciones, reglas o formas de vida, inspiradas por Dios.

  1. Institutos seculares

Formados por personas que viven en el mundo, pero se consagran a Dios mediante los votos de pobreza, castidad y obediencia.

Viven cada uno en las circunstancias ordinarias del mundo, ya sea en familia, solo o en comunidad, pero siempre de acuerdo a las constituciones del instituto. Participan a través de sus vidas en la evangelización de la Iglesia, «en el mundo y desde el mundo mismo».

Es un testimonio de vida cristiana en el mundo.

  1. Las sociedades de vida apostólica

Las características que la definen son: «el apostolado marcado por cada una de sus constituciones, la vida fraterna en común y la aspiración de la caridad mediante la observancia de la regla o constitución».

Sus miembros no tienen votos públicos, pero sí algunas de ellas, permiten que abracen los consejos evangélicos mediante un vínculo determinado por las propias constituciones.

 

Fuente: https://librerias.paulinas.es/festividades/que-es-vida-consagrada/

 
“Un corazón que perteneció por entero a Dios, que se sintió amado fuertemente por Dios, que amo solo a Dios”

Madre Cherubine